Del diario de Mert:
Derrotado el gólem calzzonne, nos repartimos sus restos; no nos faltarán provisiones durante largo tiempo.
Desgraciadamente, descubrimos que el portal mágico nos ha alejado enormemente de nuestro destino. Durante día y medio caminamos con rumbo incierto, hasta que en la lejanía divisamos una ciudad; se trata de Trijabal, ciudad bulliciosa debido a que se trata de lugar de paso de muchas caravanas comerciales así como de diversos ejércitos en su ruta hacia la gloria de la conquista.
Cae ya la noche cuando hacemos entrada en Trijabal; todo el bullicio del día queda transformado en soledad y quietud durante las oscuras horas hasta el amanecer, lo que le da cierto aspecto fantasmagórico.
Haciendo pesquisas entre las pocas gentes con las que nos cruzamos por las estrechas calles de la ciudad, decidimos pasar noche en “La Rana Helada”.
La sensación de tranquilidad de las calles queda pronto rota nada más traspasar el umbral de “La Rana Helada”. La algarabía y el alboroto parecen ser dos notas significativas de este lugar.
Muchos son los viajeros, comerciantes y la soldadesca que deciden descansar en este lugar. Ni que decir tiene que a nuestro “querido” elfo, Ilindril, le ha faltado tiempo para perderse entre las mesas, buscando a alguien, lo suficientemente incauto o borracho como para soportar oír sus historias. Y es que una posada es un lugar maravilloso para los bebedores, los hombres de moral baja y los fanfarrones.
La cena es liviana, apenas tomo 5 libras de carne estofada y 8 jarras de cerveza (cuya calidad podría poner en entredicho). Tras ella, nos retiramos todos a nuestras habitaciones a descansar, ya que mañana el día comenzara muy temprano.
Apenas amanece cuando Lia, Shaek, Guilliam y yo decidimos adentrarnos en Trijabal para comprar equipo; una vez más, Ilindril, en un acto de elitismo y narcisismo, decide quedarse en su habitación dándose un baño y untándose en ese aceite asqueroso que siempre lleva consigo. Cada día encuentro más razones para justificar la guerra que mi pueblo mantuvo con los de esta raza extraña y menos que den solidez a la paz.
Encontramos una herrería donde Lia, consigue que le fabriquen 6 shurikens para suplir los que perdió en batallas anteriores. Mientras, yo, me dirijo a una tienda situada enfrente de la herrería. Nada más entrar, mis ojos quedan cautivados ante la belleza de la mujer que se encuentra detrás del mostrador. Ofelia, así es su nombre, es una “gran” mujer, en su más completa definición. Es una mezcla de inocencia y pasión, lujuria y candidez. Una vez más doy gracias a Moradin, por dejarme ver el bello espectáculo que se esconde detrás del escote de una mujer. ¡¡Y por Moradin, que es un gran espectáculo!!
Después de comprar el equipo necesario y dejar que mis encantos hicieran mella en el corazón de otra mujer, me dispuse a reunirme con mis compañeros. De pronto, nada más poner un pie en la calle, un fuerte resplandor me cegó, sintiendo a continuación un golpe en el pecho que me obligo a retroceder un paso. ¡¡Traición, estaba siendo atacado!!
Recuperado de la sorpresa inicial, eché un vistazo rápidamente a mí alrededor buscando a mis compañeros. Estos estaban igualmente sorprendidos; de repente Lia gritó mientras señalaba hacia el tejado del edificio de enfrente.
Allí, se podían divisar dos figuras humanoides, mientras realizaban extraños gestos con las manos, mientras entre sus dedos iba aumentando un extraño brillo. Ya no cabía duda: nos enfrentábamos a dos magos.
Uno de ellos, me miró fijamente y se preparó para terminar su hechizo; desgraciadamente para él mis manos fueron mucho más rápidas de lo que el podía suponer y dos de mis hachas salieron en su busca. Mi rápida reacción tuvo su recompensa, en el momento que las dos hachas impactaron en el pecho del mago con un sonido sordo. Pero súbitamente, ¡¡el mago desaparece!! Simplemente ha desaparecido, volatilizándose.
Mientras tanto, mis compañeros seguían luchando con el segundo mago; Lia, tras dar un espectacular salto, consiguió llegar hasta el tejado e intento derribar al mago. Sorprendentemente, nuestro enemigo, no solo aguanto a pie firme su embestida, sino que de pronto se aferro al rostro de Lia, mientras murmuraba unas extrañas palabras. Un extraño presentimiento acudió a mi cabeza, el cual se vio confirmado cuando vi la mirada perdida de Lia: ¡¡Había sido sometida a la voluntad del mago!!
Siguiendo las órdenes de su nuevo amo, Lia, descendió del tejado y se fue aproximando hacia Guilliam y Shaek con no muy claras intenciones. De pronto Lia se lanzo contra Guilliam atacándolo con fiereza. Afortunadamente, ninguno de sus golpes alcanzo al clérigo, debido a la agilidad de este y a la torpeza que el hechizo de voluntad pareció provocar en Lia.
Inmediatamente vi como el clérigo contraatacaba descargando un golpe con su maza, pero sin la suficiente fuerza como para dañarla. Un grito de dolor recorrió la calle cuando la maza de Guilliam impacto en el cuerpo de Lia; algo extraño ocurría aquí, el clérigo parecía como si se estuviera conteniendo en su ataque, sin embargo el daño sufrido por Lia, parecía más del que se podía pensar. De nuevo el fétido olor de la magia se hacia notar. Esa maldita maza debe estar encantada de alguna forma. Tendré que hablar a solas algún día con el clérigo.
Una mirada de odio se clavó en el segundo mago, por ser el causante de tan extraña situación, por hacernos luchar contra nuestra compañera. Y de pronto…. simplemente desapareció. Al igual que su compañero, se había volatilizado.
Durante un segundo, la indecisión se apodero de mi ánimo: mi enemigo se mostraba oculto, mientras que uno de mis compañeros había caído en las redes de un maldito mago. Rogando a Moradin me concediera fortuna, arroje una tercera hacha en la dirección donde había visto por ultima vez al mago malherido y me lance a la carrera hacia Guilliam y Lia. Mientras corría hacia mis compañeros, el sonido metálico de mi hacha al caer al otro lado del tejado, me demostró que hoy Moradin no iba a prestarme ayuda alguna.
Cogí mi gran hacha y descargué un golpe de canto contra la cabeza de Lia; esta se tambaleó, pero se resistió a caer. Ese momento de debilidad fue aprovechado por Guilliam para efectuar otro ataque. El dolor que se refleja en el rostro de Lia, queda grabado en mi corazón a fuego. Algún día, el clérigo y yo, ajustaremos cuentas por este sufrimiento innecesario. Este último golpe es más de lo que Lia puede soportar, y se desploma inconsciente. Una salvaje furia invade mi ser y me precipito al interior del edificio, en busca del causante de esta fraticida lucha. Mientras subo escalones son miles las formas de muerte y tortura que acuden a mi cabeza; estos magos harían bien en ir rezando a su dios, rogando por una muerte rápida, porque no la obtendrán de mi.
De pronto, a través de una ventana, veo como algo parecido a un murciélago, pero de aspecto y tamaño diferentes, se dirige hacia el tejado.
No tardo mucho en comprender que ese ser alado ha sido convocado por Guilliam y que su misión no es otra que acabar con los invisibles magos. Los gritos de dolor y agonía y un reguero de sangre que cae desde el tejado dejan claro que la batalla con los usadores de magia ha terminado.
Bajo otra vez a la calle, no sin cierta desilusión, por la sequedad del filo de mi hacha. Veo como Lia, parece recuperada de los golpes, mientras es atendida por Guilliam y Shaek. Lo mejor será dejar la ciudad cuanto antes.
Nada más llegar a La Rana Helada, Ilindril se apura a contarnos su experiencia con la hija del posadero mientras se bañaba. Con un bufido interrumpo su inútil conversación y le pongo al día sobre nuestro reciente combate y la decisión de abandonar la ciudad lo más pronto posible. Ilindril asiente con la cabeza, no sin cierta decepción por no poder explayarse sobre sus aventuras amorosas.
Recogemos nuestras cosas rápidamente y nos dirigimos hacia la puerta de la ciudad, donde los guardias nos avisan: al parecer existe una enorme criatura que esta sembrando el terror y la muerte por las llanuras cercanas. Parece ser que los dioses no están de nuestra parte hoy.
Emprendemos camino, no sin cierta preocupación por la historia del guardia. La verdad es que la tensión se puede notar entre nosotros. Y más desde que Guilliam le preguntará a Ilindril como era posible que la hija del posadero le hubiera visitado en su habitación si el posadero únicamente tenía un hijo, de costumbres un tanto raras, y apodado “el Empalador Negro”. Por primera vez desde que lo conozco, el elfo se quedo mudo, mientras miraba tristemente hacia el suelo.
Para aumentar el malestar general, nos encontramos un grupo de chacales alrededor de tres cuerpos. Tras ahuyentarlos, nuestros estómagos se ponen a prueba ante tal espectáculo. Parece ser que nuestro pícaro esta acostumbrado a rebuscar en la carroña porque no tiene demasiados escrúpulos en registrar los cadáveres. Dos anillos es todo su botín. Sin embargo, unas huellas enormes en las cercanías de los cadáveres
Comenzaba a anochecer, por lo que decidimos acampar. Preparamos algo de gólem y distribuimos las guardias. La noche estaba tranquila en mi turno, el cielo estaba despejado y las estrellas brillaban como si compitiesen entre ellas por ser la más reluciente. Apenas corría una ligera brisa y un silencio mortal lo cubría todo.
A pesar de estar absorto en mis pensamientos, no pude dejar de notar un cierto aumento de la brisa, así como que esta ya no era calida, sino fría y húmeda.
Una bandada de cuervos emprende vuelo de repente sin motivo aparente. Una sensación extraña me invade. Despierto a mis compañeros y los pongo en alerta, mientras me adelanto hacia donde los cuervos levantaron vuelo.
Las pesadillas más horribles no pueden producir un temor comparable, al que invadió mi cuerpo, cuando Selûne se filtro a través de los árboles para mostrarme la razón del pánico de los cuervos. Una Hidra de seis cabezas se aproximaba, majestuosa y amenazante hacia mí. Durante unos segundos no fui capaz de reaccionar y tan solo pude quedarme contemplando la mortal belleza de la criatura, fui retrocediendo paso a paso hasta que las llamadas de mis compañeros me hicieron volver en mí.
A gritos les advertí del peligro que se nos venia encima; rápidamente nos aprestamos para la defensa. Nos repartimos a cada lado del camino que seguía la hidra, intentando flanquearla. El suelo retumbaba a cada paso que daba. De pronto, una de sus cabezas fijo su mirada en mí; viéndome descubierto, planté cara frente al monstruo y cargué hacia él. Una boca enorme se abrió y de ella surgió una llamarada ígnea dirigida hacia mí. A duras penas pude esquivarla, pero no sin sufrir alguna herida. Apretando los dientes y las manos sobre la empuñadura de mi hacha, descargué mi hacha sobre el vientre del animal con toda la furia que el dolor y la furia me permitían.
A la vez, el resto de mis compañeros cargaban contra el monstruo. Ilindril hirió al monstruo con una de sus flechas, para a continuación arrojar su arco y cargar con su estoque. Lia, rodeo a la hidra para poder atacarla por la espalda. ¡¡Que magnifico espectáculo era verla desplegando toda su acrobática gracia, mientras esquivaba las embestidas de sus enemigos!!
Guilliam se planto en medio del campo de batalla, mientras cerraba los ojos y murmuraba su próximo hechizo. Shaek hacia lo que podía con su ballesta.
Durante unos instantes todo parecía una danza mortal perfectamente orquestada. Sin embargo, no todo iba a ser tan fácil como parecía; la hidra había superado la sorpresa del ataque y arremetía ahora con todo su poder. Pronto me vi superado por los numerosos ataques de la hidra y dos de sus cabezas, abrieron nuevas heridas en mi cuerpo. La situación iba tomando un cariz bastante negro para mi supervivencia. Sentía las fuerzas abandonar mi cuerpo, y recurrí a lo mas odiado, recurrí a la magia. Mientras a duras penas, esquivaba los envites del animal, conseguí llevar a mi boca una botella con un líquido de tono rojizo. Inmediatamente, mi sangre hirvió con furia renovada, momento que aproveche para volver a hundir el filo de mi hacha en el vientre infecto del monstruo. A pesar de todo, mi cuerpo estaba muy maltrecho para soportar otro golpe más. Mis horas parecían contadas; y fue en ese momento cuando Lia, haciendo peligrar su vida, consiguió llegar a mi lado y ofrecerme una poción curativa que tome con un débil gesto de agradecimiento en mis labios. Aunque parezca increíble vi como algunas de mis heridas dejaban de sangrar y se cerraban. ¡¡Parece ser que no toda la magia es tan indeseable como creía!!
Mientras, Guilliam acabo de formular su hechizo y extendiendo sus brazos hacia la criatura, grito las últimas palabras como si obrando así, el hechizo pudiera cobrar más fuerza. La hidra se agito y un bramido de dolor surgió de sus seis cabezas. La ilusión por la victoria pronto quedaría congelada en nuestros corazones. Con horror e incredulidad observamos como las heridas de la hidra iban dejando de sangrar y se iban cerrando. ¡¡Tenia el poder de regenerarse!! ¿Cómo derrotaríamos a un enemigo con el poder de curar su maltrecho cuerpo de forma casi instantánea?
Un grito surgió de la garganta de Ilindril que nos dio a todos nuevas esperanzas:
- “¡¡Las cabezas, cortadle las cabezas, es la única forma de matar al monstruo!!” -
Los siguientes instantes fueron una simple orgía de sangre y confusión, mientras las cabezas de la hidra iban cayendo una tras otra al suelo, inertes; dos de ellas bajo el filo de mi hacha, que a partir de ese momento será conocida como “Cortahidras.
Poco a poco, el animal fue perdiendo fuerza y momentos antes de perder también su ultima cabeza, levanto su mirada al cielo y exhalo su ultimo rugido, como si pidiera explicaciones de su triste y final destino.
Mentiría si negara que en cierto modo sentí lastima del pobre animal, pero también mentiría si negara el orgullo que me invadía el corazón, por haber derrotado a tan magnifico ser. En recuerdo de tan fabulosa batalla arranqué tres dientes de una de sus cabezas y reemplacé mi antiguo collar de orejas de orco por un nuevo de dientes de hidra.
Mas tarde descubrimos la guarida de la hidra, donde aparte de los restos de algunos desafortunados aventureros, algo de oro y viejas armas ya herrumbrosas, encontramos una espada larga de acero frío, un peine de oro, un tapón de topacio y un esplendido cuchillo ceremonial, que rápidamente se apropio Ilindril.
¿Qué nuevos desafíos nos depara nuestro viaje hacia la Gloria ? Solo Moradin lo conoce. Lo único seguro es que la compañía chambona seguirá escribiendo sus renglones en el libro de los valientes (los renglones puede que no salgan muy derechos pero ahí están). |